Sueño contigo, con que por fín te he encontrado y me imagino que tú me has dicho que soy tu marido cornudo (y tu sumiso), y me he emocionado. Se me han humedecido los ojos. Porque te quiero amor mío. Y por eso, porque te amo profundamente, por fin he comprendido:
Tú tienes, mi Diosa, libertad total y absoluta para todo. Y yo me muero por consentirte.
Sin peros. Ya lo tenemos los dos claro (sobre todo yo), y podrás follar con quien quieras, donde quieras y cuando quieras sin que yo tenga por qué estar presente. Es tu derecho de Diosa y mi obligación de sumiso aceptarlo sin comentar nada al respecto.
Ya está claro. Incluso se me ha ocurrido un nuevo artículo para añadir al contrato si tú quieres, mi Diosa. Sería este, más o menos:
Artº XXX.- El único objetivo de tu vida de aquí a que te mueras, mi sumiso, será procurar que yo sea inmensamente feliz. Conseguir mi felicidad y mi placer, desviviéndote por mí para que lo consiga, para que logre todos mis deseos, sueños y fantasías. Todo me estará permitido, sin límite alguno, para que yo logre mi felicidad, mi placer o mis antojos y caprichos. Todo lo que a mí me produzca placer me estará permitido. Absolutamente todo y sin límite alguno. Y tu obligación será esmerarte en que yo pueda cumplirlo, aún a costa de tu placer y tu dolor. Tu vida será una dedicación exclusiva, día y noche, las 24 horas del día, a que yo consiga el placer, la felicidad y logre realizar absolutamente todas mis fantasías, sueños y caprichos. Eso será lo único que nos importará en esta vida. Nuestra única meta: buscar exclusivamente mi placer, al precio que sea, porque el tuyo será ver que yo lo tengo.
Y todo esto me parece aún poco, mi Ama. Sé que tú mantienes muchos contactos con tus muchos amigos o amantes, porque tú eres libre y yo te quiero y suplico que seas libre y que disfrutes de tu libertad y de mi esclavitud. Deseo que seas libre, muy libre, mientras tu sumiso cornudo se queda en clausura y castidad para adorarte, servirte y amarte.
Porque sólo quiero ser tuyo sin que nada ni nadie me distraiga, y estar recogido en clausura para adorarte e idolatrarte sin que nada ni nadie me aparte de mi devoción. Porque tengo vocación de sumisión a ti y quiero entrar en la orden de mi Diosa para postularme como novicia y poder entrar en clausura para amarte, adorarte y servirte, en clausura y castidad, por el resto de mi vida. Y porque todo esto me parece aún poco.
- Te amo profundamente- te diré cuando te conozca y estemos juntos.
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