Desde que nos casamos he siso tu sumiso cornudo y además el sumiso de tu sumisa Elena pues incluso en la noche de bodas yo dormí sobre la alfombra, si quería descansar, o sentado en un sillón frente a la cama si quería ver como te la follabas, como me hacías ya cornudo desde nuestro primer día de matrimonio. Desde el principio para que no hubiera dudas al respecto. Desde el primer día, como debía de ser, como debe de ser.
Además ahora soy el encargado de cuidar de su tu sumisa, de bañarla, vestirla y prepararla para que tú te la folles y uses. Es mi primera obligación. Por supuesto, para que ella esté descansada y tú puedas usarla mejor, soy el responsable de las tareas domésticas que realizo con braguitas y con un delantal de doncella francesa, además del cinturón de castidad que uso para no poder correrme sin tu permiso, para estar en castidad como un fiel ante su Diosa. Y para evitar cualquier tentación con tu sumisa pues después de ponérmelo, tú te quedas siempre la llave que lo cierra.
Por supuesto que no puedo ni tocar a tu sumisa, como no sea para vestirla, lavarla y prepararla para ti y si me excito con ella, y ves que tengo la polla dura, me azotas el culo tantas veces como te da la gana, contando los azotes y volviendo a empezar si me equivoco.
Porque normalmente cuando quieres hacer uso de tu sumisa, ella se sienta sobre mi cara y yo le lamo el culo y el coño para tenerla bien excitada, para que se moje, y este preparada para cuando tú llegues y quieras follártelas, pero antes de que esto ocurra he de chupar el arnés/polla que te pones para demostrarte a ti y a ella que tú eres el macho dominante y yo la puta sumisa tanto de ti como de tu sumisa.
Porque desde el primer día que te conocí me enamoré de ti con locura y cuando días después te lo comenté , tú me dijiste que eras una mujer dominante, bisexual y que tenías una sumisa. Y yo acepté. Te dije que no me importaba porque yo era cornudo sumiso y que me pusieras los cuernos con una mujer era todavía más humillante y gozoso que con un tío, porque ponerlos con un hombre es normal, pero me gustaba muchísimo más que lo hicieras con una mujer, con tu amante femenina, con tu sumisa.
Siempre me han vuelto loco ver a dos chicas follando, por lo que te supliqué me aceptaras como sumiso porque ese era el sueño de mi vida. Eso para mí era el sumun de la sumisión: ser el sumiso de mi Ama y además serlo también de su sumisa. Ser el último.
Porque te amaba con toda mi alma, como jamás se puede amar a nadie porque tenía deseos de entregarme más aún, de seguir avanzando en mi sumisión sin límites, a donde tú quisieras llevarme en un amor total, absoluto.
Porque quiero amarte, te dije, y ser tu sumiso para, por ejemplo, humillarme ante ti llevando tus bragas y darte a entender que te entrego mi don más preciado, mi masculinidad, para convertirme en tu puta sumisa. En tu cornudo más sumiso. Quería llevar tus bragas para que entendieras que tú eres mi macho.
Eso te dije: Porque te amo tanto que estoy el día excitado y pensado en ti, pensando en cómo amarte más aún de lo que me amo; pensado en cómo ofrecerme y postrarme ante ti, en cómo humillarme más para que tú goces porque verte gozar es mi mayor placer: un gozo inenarrable que supera a cualquier experiencia mística.
Porque amarte y ser tu sumiso y el de tu esclava, es una experiencia mística que te hace elevarte por encima de mí y admirarte como Señora, como Diosa, con un amor limpio y entregado. Porque sé que te lo debo a ti, que mi felicidad depende de ti, que mi placer depende de ti, que mi futuro depende de ti, amor mío, porque sin ti no hay futuro. Yo no quiero tener, ni imaginar un futuro en el que no pueda ser tu sumiso cornudo para amarte más y más.
No concibo un futuro en el que tú no reines y me gobiernes a tu caprichos, a tu voluntad para que mis pensamientos y obras te pertenezcan. Porque quiero llegar a donde tú quieras llevarme, aún más y amarte sin límite más allá de toda razón porque no hay nada más razonable que entregarme a ti y ser tu sumiso y que me pongas los cuernos constantemente con tu sumisa Elena.
Y aceptaste.
Y poco a poco te has ido apoderando de mí porque siempre has sido muy dominante pues tienes un fuerte carácter que a mí me ha ido sumiendo, casi sin darme cuenta, en una docilidad hacia ti cada día más fuerte, ya que tú eres la que toma toda las decisiones y no me consultas nada. Y así seríasiempre; tú piensas y decides y yo lo acepto.
Y así fue como nos enoviamos, casamos y vivimos con tu sumisa con la que sueles follar en nuestra cama de matrimonio siempre que quieres mientras yo permanezco de rodillas o sentado en un sillón mirando cómo la dominas, usas y te la follas delante de mí porque tu amante/sumisa ocupa la cama de matrimonio y yo la alfombra o un sillón frente a la cama para que pueda ver como la sometes, pero también como dormís abrazadas.
Y desde entonces vivimos los tres juntos en perfecta armonía y felicidad, porque soy el sumiso cornudo de una mujer que me hace cornudo con otra mujer, la ilusión y sueño de mi vida.
Gracias por hacerme tan feliz y darme lo que necesito, lo que siempre he soñado.
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