Eso me dices, aunque para impedir que el cornudo se masturbe, se corra y pierda la atención y el deseo por su Ama y por humillarse más cada día, hay que ponerle también un cinturón de castidad como en la foto. Cerrado de por vida con los dos candados: el piercing y el cinturón.
- ¿Lo deseas? -me preguntarás.
- Sí, Ama, te lo suplico.
- Pues vamos a la tienda de piercing que me ha recomendado mi amante, mi macho. Quiere que en el metal que lleves ponga su nombre.
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